«Cuando el destino deja de pertenecerte, ¿cómo amas a alguien a quien solo podrás
recordar el resto de tu vida?»
Esta es la frase que faltaba en la portada final.
Todo está listo. El libro ya está en máquinas. Tengo unas ganas locas de
tenerlo entre las manos, de pasar sus páginas, de sentir su tacto, de olerlo...
Mi única pena, inmensa y dolorosa, es que entre sus páginas se encuentra el
Katmandú mágico y milenario que fue
hasta el sábado pasado. Es difícil imaginar cómo será a partir de ahora.
Con una mezcla de sentimientos encontrados, empiezo a contar los días que faltan para el 3 de
junio.