miércoles, 12 de mayo de 2010

Testimonio contra la mutilación genital femenina





Aquella noche de viento fue especial para mí. No podría asegurar mi edad por aquel entonces pero, por lo que sucedió, y dado que yo vivía en una aldea, debía de rondar los quince años.(...) Antes de que pudiera darme cuenta, mis vecinas me sujetaban los brazos. Contemplé como la hermana de mi madre y su hija mayor me abrían las piernas y apretaban mis tobillos (...). Kat recorrió mi ingle con manos expertas. Con horror percibí que me abría los labios de la vulva. Un súbito calor me subió desde el pecho hasta la frente (...). Primero se trató de un tacto frío y desagradable, el de la hoja del cuchillo apoyada en el botón. Luego fue un ardor. La sensación de que me desgarraban, de que me quemaban y de que aquel fuego se extendía por mi vientre. Ansiosamente intenté respirar, pero no pude. El gélido filo siguió sembrando su ardor mientras descendía hasta mi muslo derecho. Grité. (...) La habitación comenzó a dar vueltas y mis ojos se cerraron, pero sólo para volver a abrirse sobresaltados al notar que el cuchillo recorría ahora el mismo camino en el otro lado de mi ingle.(...) Durante el tiempo que duró la cicatrización, mi madre y las otras mujeres me insistieron en que todo había sido realizado por mi bien y que en el futuro mi afortunado esposo tendría garantizada mi castidad de manera perpetua. (Extracto del libro La esclava de Cleopatra, de César Vidal)




Sobran mis palabras.

12 comentarios:

Carolina dijo... [Responder]

Es un completo horror, debemos unirnos para exterminar esta cruel tradición.
Mi apoyo y total solidaridad con estas mujeres.
Besos.

Ángeles Ibirika dijo... [Responder]

Sí, Carolina. Lo malo es que para que cosas así desaparezcan hacen falta años y años de concienciación. Es largo y complicado terminar con algo tan enraizado, y creo que tiene que venir de la mano de la educación, de la sensibilización de sus propias generaciones. Y pasarán muchas, muchísimas en las que lo poco que cambie ni siquiera se notará.
Duele con solo imaginarlo.

Anabel Botella dijo... [Responder]

Me estremece que se siga hablando de estas barbaridades.

Ángeles Ibirika dijo... [Responder]

Y lo peor es que seguirá siendo así por muchas generaciones más.
Es imposible imaginar ni una una millonésima parte de ese sufrimiento.

FRANCISCO GIJON dijo... [Responder]

Me da vergüenza, como hombre, que persistan estas cosas. Voy a poner una denuncia en mis blogs contra esta barbaridad atroz.

Gracias por tu aportación. A veces a nivel particular uno hace lo que puede, pero hay cosas, hechos, que claman al cielo.

Es repugnante que miremos para otro lado ante barbaridades como ésta.

Gracias Ángeles.

Ángeles Ibirika dijo... [Responder]

No es mucho lo que podemos hacer, Francisco. Apenas un granito de arena en la inmensidad, pero no por eso debemos dejar de hacerlo.

Son muchos los hombres que luchan contra esta barbarie también en esos países en los que se practica. Es cuestión de que todos se den cuenta que ser hombre es algo mucho más grande y hermoso que la pura dominación de las mujeres que traen a sus hijos al mundo y con las que comparten su vida.

No saben las cosas maravillosas que se pierden al no saber vivir en igualdad. No lo imaginan siquiera.

Gracias por tu visita, Francisco, y gracias por ser un hombre de verdad.

FRANCISCO GIJON dijo... [Responder]

Por alusiones Ángeles. Ser hombre es muy sencillo: consiste en no despreciar a la mujer ni someterla, que es lo mismo que no respetarse a uno mismo.

He metido la denuncia en mis blogs y me congratulo y te agradezco la aportación contra una barbarie vergonzosa y humillante para el género humano. No olvidemos que incluso hay mujeres que apoyan este tipo de atrocidades, por tradición, por incultura, por sometimiento y por ignorancia. Sobre todo por lo penúltimo.

Tenemos que usar nuestras bitácoras para luchar por un mundo mejor además de expresar nuestras pobres opiniones.

Que yo esté en contra de la aberración no es un mérito, que lo estés tú, tampoco. Es cuestión de humanidad. Simplemente.

Enhorabuena por tu labor.

Frankie

Nieves dijo... [Responder]

Ángeles, gracias por ponerlo.

Besos

Ángeles Ibirika dijo... [Responder]

Tienes razón, Francisco. El mundo es de todos y hacer de él un buen lugar para vivir es también tarea de todos. No hay mayor depredador para el hombre que el hombre mismo.
Un abrazo grandote.

***

Nieves, corazón. Gracias a ti por haberme hecho llegar el vídeo.
Un beso, cielo.

Vicsabelle dijo... [Responder]

Angeles, esto que has puesto aquí es muy doloroso. Es muy doloroso, porque a saber que en pleno siglo XXI, con culturas que han avanzado tanto, aun se practiquen costumbres de la edad de piedra, que no tienen ninguna razón de ser. Ya conocía de la ablación y que implica, sin embargo, ver un testimonio hablado de la boca de una mujer (tan hermosa ademas) que lo ha padecido, desgarra el corazón. !Cuanto pudiéramos hacer... si pudiéramos!!!

Un gran saludo

Ángeles Ibirika dijo... [Responder]

Hola, Vicsabelle.

Es imposible imaginar tanto horror. Nos lo cuentan, creemos que lo entendemos, pero nada más lejos. Hay que ver de cerca cosas como estas para tener tan solo una ligerísima idea. Tal vez por eso nos impresiona más escuchar este testimonio.
Las cosas adquieren una dimensión de realidad cuando nos lo cuentan en primera persona.

¡Lástima que no podamos hacer nada por cambiar algunas cosas!

Un abrazo, preciosa. Gracias por tu visita.

Lola Rey dijo... [Responder]

Esto es terrible, se me ponen los pelos de punta al imaginar el calvario que millones de mujeres sufren no sólo con la ablación del clítoris, si no también con la imposición del burka, la negación de asistencia médica, educación o cualquier otro servicio que en un país como el nuestro consideramos básico.....es una verdadera tragedia lo que muchísimas mujeres vivn en el mundo árabe.