Méjico es un país del que guardo muy buenos recuerdos. Hace como un millón de años, recién casada, mi marido fue con un contrato de trabajo a Méjico, a la ciudad de Los Mochis en el estado de Sinaloa. Y dos meses después, cuando encontró una casita para los dos, tan rebosante de nervios como si le viera por primera vez, me reuní con él. Allí celebramos nuestro primer año de casados, comiendo a la orilla del mar en el precioso pueblo pesquero de Topolobampo.
En el extrarradio de Los Mochis, con preciosas casas y jardines que parecían selvas, hicimos muy buenos amigos, mejicanos y gallegos (ya sabéis que los gallegos están en todas partes). Pasamos un maravilloso año de nuestras vidas en ese lugar con sol casi eterno y lluvias torrenciales en las tardes de septiembre. Salir a la calle, descalza, después de esos chaparrones, disfrutando de ese olor a tierra caliente y húmeda, fue cada atardecer una experiencia fantástica que no olvidaré nunca.
Ahora es mi novela, Antes y después de odiarte, la que está en Méjico, espero que con tan buena fortuna y felicidad como la que nosotros tuvimos en ese país de gente maravillosa.
Esta es la página de Ediciones B en Méjico en la que aparece mi querido Mikel y su amada Ane. Podéis pinchar si queréis verla.
Ver mi novela allí, y escribir esto, me ha provocado nostalgia. A pesar de que no tienen los otoños e inviernos crudos y fríos que adoro, me encantaría volver para recordar aquel tiempo, cuando tenía muy pocos años y muchísimos proyectos que, por fortuna, he cumplido.